Lluvias en Colombia, ¿desastres perpetuos?

Desde agosto llueve. Ya vamos en noviembre y los aguaceros prosiguen. La humedad aumenta, el agua escurre y arrastra, se empoza, penetra los suelos, les satura y los deshace.

Si estuviésemos cien años atrás, en circunstancias similares, las ayas para detener a sus recomendados que en el patio interior de la casa estarían corriendo gozando de recibir y eludir el granizo, les llamarían a cantar, «que llueva, que llueva,» para sustraerlos de la diversión y hacerles actuar como «la vieja que está en la cueva, …«, y hacerles quitar las ropas empapadas para prevenir un resfrío, la mayor calamidad que podrían vivir a diferencia de las tragedias que una y otra vez la población elegida por el infortunio ha padecido cada semestre en cada temporada de lluvias en Colombia desde siempre.

CATÁSTROFE

776 MUNICIPIOS AFECTADOS

(70% DEL TOTAL)

271 FALLECIDOS, 53 DESAPARECIDOS,

348 HERIDOS

En enero de 2023 los datos anteriores han sido rebasados tras la reanudación de fuertes precipitaciones en la primera semana del año. El evento más mediático ocurrió en el municipio de Rosas en Cauca, donde un deslizamiento de enormes proporciones afectó cinco veredas, destruyó 35 viviendas, obligó al desplazamiento de 164 familias y sepultó un trecho de la vía Panamericana imponiendo el desvío de los vehículos, primero por 16 kms sobre una vía de inferior calidad y luego por otros 16 kms en una vía estrecha durante 30 días o más.

Afectadas

743.337 personas

223.287 familias

6.755 viviendas destruidas

120.411 casas averiadas

2.236 vías

457 centros educativos

68 centros de salud

170 centros comunitarios

417 acueductos

114 puentes peatonales

247 puentes vehiculares

109 alcantarillados

23.518 hectáreas de tierra

Las circunstancias generan acciones bienintencionadas que, sin embargo, resultan precarias: entrega de auxilios a los perjudicados, enseres, alimentos, dineros; operativos en medio del riesgo: lucha por recuperar cadáveres, despeje de derrumbes, apertura de caminos, salvamento de atrapados. Dos billones de pesos destino el Gobierno Nacional para atender la emergencia.

Los ánimos de quienes están a salvo se perturban, lanzan trinos, comparten súplicas, solicitan firmas, escriben opiniones. La emoción se vuelca. De las letras brotan líneas conmovedoras y miradas desconsoladas:

https://www.elespectador.com/opinion/columnistas/gonzalo-mallarino/invierno/

Las recriminaciones se agregan: «Estaba cantado, esto iba a pasar».

1.169 movimientos en masa799 inundaciones297 crecientes219 vendavales
100 avenidas torrenciales83 temporales8 tormentas eléctricas32 granizadas

¿CONDENA PERPETUA?

Nuestro territorio determina tres condiciones climáticas que sugerirían un destino penoso y una actitud pesimista. Si consideramos que vivimos en un callejón sin salida, las estrategias disponibles son limitadas. Recurrir a prohibiciones inútiles, las mismas que con entusiasmo pueril toman las autoridades municipales, departamentales y nacionales, para que nadie pueble cerca a los cursos de agua o las torrenteras. Y proponer entes, comisiones, dependencias e instancias sin recursos y con la gravosa responsabilidad de emitir alertas urgentes de evacuación que no serán obedecidas.

LOS ANDES EN COLOMBIA CONSTITUYEN UNA TRAMPA DE HUMEDAD MUY EFICIENTE QUE CAPTURA LA PROVENIENTE DEL PACÍFICO Y DEL AMAZONAS. Los índices de lluvias en el piedemonte de la selva del Chocó frente al Océano Pacífico y en el piedemonte oriental que mira hacia las llanuras del Orinoco y la selva del Amazonas son altísimos

COLOMBIA RECIBE LOS VIENTOS ALISIOS TANTO DEL NORTE COMO DEL SUR. ESTÁ SITUADA EN LA ZONA DE CONVERGENCIA INTERTROPICAL.

«EL CICLO CONOCIDO COMO «EL NIÑO» Y SU FASE OPUESTA «LA NIÑA» son la causa de la mayor señal de variabilidad climática en la franja tropical del océano Pacifico, en la escala interanual. Son las componentes oceánicas del ENOS (Oscilación del Sur) que corresponde a la aparición, de tiempo en tiempo, de aguas superficiales relativamente más cálidas (El Niño) o más frías (La Niña) que lo normal en el Pacífico tropical central y oriental, frente a las costas del norte de Perú, Ecuador y sur de Colombia. El efecto de “La Niña” en nuestro país se caracteriza por un aumento considerable de las precipitaciones (anomalías positivas) y una disminución de las temperaturas (anomalías negativas) en las regiones Andina, Caribe y Pacífica, así como en áreas del piedemonte de los Llanos orientales, mientras que en la zona oriental (Orinoquía y Amazonía), dichas variables tienden a un comportamiento cercano a lo normal, sin ser muy claro el patrón climatológico ante la presencia de un evento frío.» (http://www.ideam.gov.co/web/siac/ninoynina).

OPINIONES IMPORTANTES

En el artículo titulado «¿A qué hora se nos ocurrió pelear con los ríos?», publicado el 20 de noviembre de 2022 en El Espectador por María Paula Lizarazo, Diego Quiceno, Paula Casas y Sergio Silva, la atención se enfoca en los ríos y se citan las opiniones de varios especialistas.

Carlos Rogeliz integrante de The Nature Conservancy aclara que los ríos constituyen un sistema dinámico que se afecta por la intervención del ser humano a lo largo de su recorrido. Una afectación gravísima es la deforestación. Germán Poveda, en el libro Colombia , país de bosques, cuantifica la pérdida de bosques en 4,34 millones de hectáreas entre 2001 y 2019. La disminución de los bosques aumenta el riesgo de desplazamiento de masas de tierra y reduce la retención de la humedad que realizan las raíces de los árboles.

Según explica Silvia López Casas, doctora en ecología, con jarillones y diques han intentado aislar y contener el agua de los ríos, desde la colonia, pero el resultado es un fracaso. Se separa el río de su planicie inundable y cuando el nivel de las aguas sobrepasa esa pared, el río recupera su espacio irremediablemente. Bigitte Baptiste, en Colombia anfibia nos asegura que «… gobernar el agua, lo sabemos desde tiempos míticos, es una pretensión ilusa; es ella la que nos gobierna».

Mauricio Cabrera, asesor de WWF Colombia, señala que, si los resultados de la ingeniería encargada de las carreteras y alcantarillados son los derrumbes e inundaciones en carreteras y ciudades, esta debe cambiar. Juan Fernando Salazar, del Grupo de Investigación en Ingeniería y Gestión ambiental de la Universidad de Antioquia, piensa que el país requiere de un reordenamiento que podría implicar reubicar hasta poblaciones enteras. No obstante, los vestigios de la civilización zenú, indicarían que existen formas de agricultura posibles en sectores como La Mojana.

En consultas difundidas por El Espectador el 13 de enero de 2023 respecto a los deslizamientos en el municio de Rosas y la afectación de la vía Panamericana los geólogos colombianos Flaver Rodríguez y Oswaldo Ordóñez hacen saber que la carretera está sobre suelos no consolidados, antiguos derrumbes, originados en la sedimentación de ceniza y otros elementos volcánicos, por donde se establecieron caminos de herradura y que ahora, cuando se saturan por la abundancia de agua, se deslizan de forma mucho más significativa a lo que les ocurre en temporadas menos húmedas cuando los desplazamientos solo son de algunos centímetros al año.

Consideran que un geólogo en cada municipio debe trabajar determinando los factores de riesgo existentes, para planear su gestión y prevenir daños económicos, destrucción de infraestructuras y pérdida de vidas y en otras labores de importancia como la exploración de las aguas subterráneas, de los recursos naturales yen el ordenamiento territorial.

COMENTARIO FINAL

La enorme humedad que llega en forma continua al país, la que es visible, corre por los ríos. Poco se dice sobre la eficiencia de nuestros suelos para infiltrar el agua y almacenarla en el subsuelo. La gran tarea para Colombia consiste en actuar, acumulando y sintetizando la experiencia vivida con el agua, subsanar las prácticas culturales erradas y hallar las acciones apropiadas para hacer habitable el territorio, compromiso que demandará tiempos y esfuerzos que comprometerán a varias generaciones.

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