Evidencias. Eso pidieron los psiquiatras, para autorizar y proceder a mi traslado desde el encierro en la habitación del manicomio a reclusión domiciliaria. Esperaban indicios de mi aproximación a la cordura gracias al tratamiento al que me resignaba.
Y yo, pródigo de gratitud con la oferta, les envié la APOLOGÍA DEL LOGARITMO (elogio fúnebre ante su cadáver insepulto) para deslumbrarlos con mi lucidez. En mi obrilla me permití masticar la repulsiva caparazón de esas cucarachas calculísticas que desplazándose, sigilosas e imperturbables en la oscuridad, sobreviven en las pesadillas con matemática de fondo. También tuve a bien, compadecer a mis sencillos compatriotas apostados en la orilla de la ignorancia científica, por el incruento abuso ejercido sobre ellos por los enseñantes de matemáticas que desde la colonia hasta hoy, sin condescendencia alguna, les descargan esas y otras más potentes máquinas de pensamiento matemático sin siquiera indicarles como emplearlas en su beneficio, o al menos como eludir el embate de estas sin perder la razón.
La APOLOGÍA circulará libremente y regalaré ejemplares autografiados cuando la termine. Aún busco como reducir la extensión total de las notas a pie de página (minibiografías de científicos implicados y ecuaciones imprescindibles digitadas con MATHTYPE) para no desalentar a los lectores impacientes.
El panegírico se encontrará disponible en versión PDF, en los manuales del usuario de cada versión de calculadora científica disponible y, en todo solucionario de ejercicios vendido en la competida y próspera piratería de textos de Cálculo .
Mi quijotesca acción fue reseñada con desdeño en la Revista Mensual de Matemáticas pero fue tendencia viral en Wolframalpha porque un perverso e ignorante docente universitario incluyó mi preciosa APOLOGÍA como ¡propiedad a investigar! en una consulta obligatoria impuesta a sus desorientados discípulos.
Mi elogio de ese engendro de la temprana modernidad permanecerá versificado un tiempo prolongado. Sin embargo, prometo a los cándidos aprendices a quienes se barniza con delgadas capas de información de esos asquerosos instrumentos tenidos como herramientas de tortura académica cuando deben lidiar con escalas de sonoridad, acidez, magnitud aparente y escala Richter, entregar un dia un vídeo con una versión hip-hop animada con la coreografía de los contoneos sinusoidales de unas enloquecidas quinceañeras que corean LOGA-LOGA-LOGA y concluyen con frenética exclamación: ¡RITMO!